miércoles, 7 de julio de 2010

No me gustan las suposiciones.

-¿Qué esperas? - dijo impaciente.


-Algo que quizá nunca suceda- respondió algo dolida.

-¿Nunca te han dicho que la vida son dos días? - comentó, intentando animar aquel espiritu soñador.

-Por eso mismo. Estoy esperando a que me llegue un ataque suicida, sí, uno de esos ataques que hacen que te lances a la piscina perdiendo, por un momento, todos aquellos temores que te impiden hacerlo normalmente.

-¿Y si luego te arrepientes?- susurró con voz apagada. - ¿Y si lo único que haces es joderlo más?

-¿Y si se muere mañana, y no puedo decirle nunca más que le quiero darle un beso y salir corriendo? - gritó desesperada - ¿Tú te lo podrías perdonar? Porque yo jamás.

-Eso es imposible que ocurra - dijo a la defensiva. - No bromees con esas cosas.


-¿Por qué te cierras en banda a la muerte? Siempre va a estar presente.

Esas palabras estremecieron a Helen, sabía de lo que hablaba. Su hermana había tocado su punto débil, la muerte. Odiaba que bromearan con esas cosas, pero en cierto modo sabía que tenía razón. Había estado mucho tiempo en tiempo muerto, y le costó aún más, aceptar que su sueño jamás se cumpliria a causa de la muerte de su amado.

-Lucha por él. No te dejes intimidar. Dile todas y cada unas de las frases cursis que se te pasen por la cabeza, pero a la vez sé dura. Muestra tu lado mas sensual, sin hacerle creer que eres una facilona. Demuestrale tus encantos mas ocultos, esos que solo han conocido pocos hombres, esos que consiguen conquistar a millones de hombres. Y sobre todo, lo mas importante, no te rindas y demuestrale que eres tú la que tiene que estar en su cama el resto de sus días. - La voz de Helen sonó seria y decidida. - Tú sabes hacerlo - y la guiñó un ojo.

-¿Sabes? Este era justamente el empujoncito que necesitaba para lanzarme al vacío. - colocó una sonrisita picarona, y se decidió a salir del apartamento.




Ahora eres solo mío, mío y mío.

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