viernes, 23 de julio de 2010

Vivo pensando en el ayer, pensando en ti.

No me crucé contigo en aquel club pero me habría gustado mucho. No me abrí las venas pero hubiera podido. Pienso en ti a menudo, en qué será de tu vida. Me pregunto cómo habría sido el sexo entre nosotros. Cuando la pena me embarga, cuando deseo evadirme un poco, dejar de ser la esposa interesante y la madre imperfecta, por no hablar del resto, me refugio en tus brazos. Evoco tus caricias y la suavidad de tu piel. Escribo hasta el infinito por lo que no fue acabado, tuve dieciséis años bajo tus dedos y no lo olvido.




Me gusta sentarme en mi viejo sillón, en ese donde nos metiamos mano cuando eramos jovenes, cuando estabas a mi lado, cuando aún decías que me querías. Y recuerdo cada segundo a tu lado, sí me acuerdo de todo. Me hacías reir, me hacias feliz. ¿Y ahora, dónde estás? Miento al mundo, diciendo que quiero a mi marido. Pero no, eres tú al que quiero. Eres un cobarde, porque nunca te atreves a enfrentarte al amor, pero me da igual. Espero que aún guardes mi número de telefono y que dentro de unos meses o unos años, me llames. Tienes todo el tiempo del mundo.

Ven, que me cuesta respirar sin ti.

martes, 20 de julio de 2010

Estas demasiado lejos.

Dejandome llevar por la rabia del momento, consumiendo las ultimas gotas de este tinto de verano, he de decirte que te odio. Sí, más que a nada ni nadie, eres lo peor. Y no me voy a arrepentir si te lo digo una y otra vez. Odio que me digas que me quieres, que soy lo más importante en tu vida, porque de verdad pienso que me ves cara de gilipollas. Es metira que todo tiene su límite porque yo, al parecer, contigo no lo tengo. Todos los días me hago la misma pregunta, y obtengo la misma respuesta nada. Siempre vienes en los mejores momentos para joderme todos y cada uno de ellos, eres peor que una pesadilla. Ya no te voy a pedir que me quieras, que ejerzas de lo que tienes que ejercer, no. Hoy te voy a pedir que te vayas, muy lejos, porfavor. Que me olvides, que no me llames y a ser posible que me odies. Que sientas lo que yo siento, que entiendas que este odio no es de asco, es de pena. Pena por lo que haces, o mejor dicho, pena por lo que me haces.




Adiós, te quiero.

miércoles, 7 de julio de 2010

No me gustan las suposiciones.

-¿Qué esperas? - dijo impaciente.


-Algo que quizá nunca suceda- respondió algo dolida.

-¿Nunca te han dicho que la vida son dos días? - comentó, intentando animar aquel espiritu soñador.

-Por eso mismo. Estoy esperando a que me llegue un ataque suicida, sí, uno de esos ataques que hacen que te lances a la piscina perdiendo, por un momento, todos aquellos temores que te impiden hacerlo normalmente.

-¿Y si luego te arrepientes?- susurró con voz apagada. - ¿Y si lo único que haces es joderlo más?

-¿Y si se muere mañana, y no puedo decirle nunca más que le quiero darle un beso y salir corriendo? - gritó desesperada - ¿Tú te lo podrías perdonar? Porque yo jamás.

-Eso es imposible que ocurra - dijo a la defensiva. - No bromees con esas cosas.


-¿Por qué te cierras en banda a la muerte? Siempre va a estar presente.

Esas palabras estremecieron a Helen, sabía de lo que hablaba. Su hermana había tocado su punto débil, la muerte. Odiaba que bromearan con esas cosas, pero en cierto modo sabía que tenía razón. Había estado mucho tiempo en tiempo muerto, y le costó aún más, aceptar que su sueño jamás se cumpliria a causa de la muerte de su amado.

-Lucha por él. No te dejes intimidar. Dile todas y cada unas de las frases cursis que se te pasen por la cabeza, pero a la vez sé dura. Muestra tu lado mas sensual, sin hacerle creer que eres una facilona. Demuestrale tus encantos mas ocultos, esos que solo han conocido pocos hombres, esos que consiguen conquistar a millones de hombres. Y sobre todo, lo mas importante, no te rindas y demuestrale que eres tú la que tiene que estar en su cama el resto de sus días. - La voz de Helen sonó seria y decidida. - Tú sabes hacerlo - y la guiñó un ojo.

-¿Sabes? Este era justamente el empujoncito que necesitaba para lanzarme al vacío. - colocó una sonrisita picarona, y se decidió a salir del apartamento.




Ahora eres solo mío, mío y mío.

domingo, 4 de julio de 2010

Imaginación.

Levantarse cada mañana con una sonrisa pintada en la cara. Parece imposible, pero es cierto. Hay circunstancias en la vida que lo permiten, sí. Incluso algunas que te obligan a hacerlo a ''agradecer'', por así decirlo, todo lo que tienes. Puedes dejarlo todo atrás por una persona, dejar cosas muy importantes para tí, pero que nunca te han echo tan feliz como esto, y apenas echarlas de menos. Sentirte llena, nunca vacía, de emoción. Vivir, cada día, una pequeña aventura. No vendrá ningún principe con su corcel blanco a buscarme a la más alta torre, como en cualquier cuento barato. Será mejor aún. Estaré contigo, cada día te robaré un sonrisa, te daré mil besos acompañados de mil te quieros.






-¿Y tu que ves en tú futuro?
Y mire y te vi a tí, sé que eres tú o ninguno..